Modelos mentales de formación directiva.

Conjuntamente con Virginio Gallardo, experto en liderazgo y formación directiva, llevamos varios días haciendo entrevistas a diversas personas relevantes de la organización en la que trabajo. Tenemos el empeño de darle otra vuelta de tuerca a la formación directiva. O sea, reflexionar sobre lo que venimos  haciendo e intentar explorar nuevas formulas que la hagan excelente. No es un asunto fácil. A diferencia  de años pasados, ahora se trabaja con mucha más presión, en entornos de recursos escasos, en escenarios de toma de decisiones donde  la ambigüedad y la incertidumbre siempre están presentes y, donde, paradójicamente, sobra información y datos y falta tiempo para procesarlos. Pero, al contrario, también constatamos, que se pone  en marcha una particular y propia arquitectura  de aprendizaje (autoformación e informal, en muchas ocasiones) que no los deja desactualizados. Constatamos que  los directivos no dejan de formarse, sobreviven y suelen ser excelentes en  sus cometidos. ¿Cómo lo hacen? ¿Se puede trasferir esta experiencia personal y conseguir  un estándar que acelere el proceso? En ello estamos. Pero lo que quería comentar aquí es otra cosa.  Entre entrevista y entrevista,  ponemos en común aquello que es más relevante para cada uno de nosotros. Y aquí es donde ha salido el término  modelo mental y formación directiva. Para  poder  trabajar en una dirección conjunta hemos tenido que ponernos de acuerdo en que modelo mental tenemos de lo que deber ser la (alta) formación directiva. Pensando  en ello, se me ha ocurrió esta metáfora que recordaba de un anuncio publicitario. Para mí la formación debería ser lo que este electrodoméstico es para el usuario: no sabe ni que lo tiene pero no podria vivir si él.  (No tiene porque  subscribirla necesariamente Virginio).

Os lo dejo aquí.

Lo que no ayuda estorba

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